¿Sabes cómo se limpian las almejas? Te lo cuento...

¿Sabes cómo se limpian las almejas? Te lo cuento...
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Hace unos días me estrené en el sencillo arte de cocinar almejas. Os lo creáis o no, jamás había preparado almejas yo sola. Me suele ocurrir, cuando me enfrento a algo nuevo y por muy bien que me conozca la teoría, que me entran mil dudas sobre si estoy haciendo bien las cosas y si el resultado va a ser el adecuado. Durante mis momentos de dudas me plantee si vosotros sabéis cómo limpiar almejas y pensé que, al margen de vuestra respuesta, "yo, os lo cuento".

Generalmente, las almejas se venden ya depuradas y bastante limpias, pero es inevitable que estos bivalvos que viven enterrados en la arena tengan restos en su interior. Sin embargo, no cuesta nada limpiarlas y deshacernos de esos molestos restos de arena, sólo es necesario contar con un poco de tiempo, así como con un recipiente hondo y amplio, agua fría y sal.

Es importante revisarlas todas y desechar aquellas que están abiertas así como las que presentan conchas rotas. Estas pueden estar muertas o enfermas. Entonces llenamos nuestro recipiente con abundante agua, le agregamos una cucharada de sal e introducimos las almejas, asegurando que quedan bien sumergidas. Durante el remojo, las almejas expulsarán las impurezas y restos de arena que puedan contener.

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El tiempo de remojo recomendado es de dos horas. Es por ello que, si realizas esta operación en un ambiente cálido, es conveniente que introduzcas el recipiente en la nevera. De lo contrario, puedes dejarlo a temperatura ambiente sin peligro alguno.

Si no disponemos de dos horas para purgar las almejas (así es como se llama este proceso), no debemos dejar de llevar a cabo la tarea de limpiarlas. Puede que, con media hora o poco más, las almejas hayan expulsado toda la area e impurezas que contienen y las tengamos listas y limpias antes de lo imaginado.

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Una vez purgadas, retiramos las almejas del agua sucia con ayuda de las manos para no levantar los restos de suciedad que han quedado depositados en el fondo del recipiente. Las colocamos sobre un colador y las lavamos bien bajo un chorro de agua fría. Entonces, ya las tenemos listas para cocer por sí solas o para agregar a cualquier elaboración que tengamos en mente. Y, a disfrutar.

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