Para nosotros las posibilidades culinarias son casi infinitas: se pueden emplear en un guiso de seitán y piñones, como relleno de empanadillas dulces en compota de manzana y canela o en la composición de bollos, galletas y bizcochos, acompañando a otros frutos secos, como nueces o higos, e incluso atrevernos con mousses y helados. Entre las cualidades de la azofeifa destaca sobre todo su gran cantidad de vitamina C, sólo consumiendo cinco de ellas equivalen en esta vitamina a la que contiene una naranja. Esto, unido a sus propiedades emolientes, expectorante y antiflamatorias de las vías repiratorias, la convierten en un fruto ideal para los meses de invierno. No en vano, para la cocina medicinal de China está considerada como uno de los cinco frutos principales.
Para los amantes de la historia os diré que se calcula el descubrimiento de este fruto, hace más de 4.000 años, por un campesino chino y que por sus propiedades medicinales, en seguida pasa a la India y a todo el Asia Menor. De este modo es conocido por el pueblo griego del que Herodoto lo equipara al dátil, destacando que de la pulpa fermentada se obtiene un vino muy embriagador. Se va expandiendo por toda el área mediterránea y las primeras plantas de azofeifa llegan a Estados Unidos en 1837, donde actualmente su cultivo se extiende por todo el sudoeste del país.