El delicioso sabor de las clásicas galletas caseras de siempre no tiene porque no disfrutarlo aquellos que tienen intolerancia al gluten y si no ya me lo diréis cuando preparéis estas pastas de mantequilla sin gluten que he horneado hoy. Desde luego que no se echa en falta para nada la harina de trigo, es más, puedo decir que incluso el sabor a mantequilla en esta receta se acentúa.
Lo que si os aconsejo es que busquéis una mantequilla de calidad para que el resultado sea excepcional y trabajar la masa rápido o bien fría si las preparáis en un día de calor. La harina de maíz que empleo es la natural molida, de intenso color amarillo y que no esté precocinada. En el norte es fácil de encontrar, en otros puntos del país quizá tengáis que preguntar en una tienda de dietética o en una gran superficie bien surtida.
Comenzaremos batiendo la mantequilla y el azúcar con una batidora con accesorio pala hasta que esté blanquecina. Añadimos el huevo batido y lo incorporamos.
Seguidamente mezclamos la harina de maíz amarilla con el pellizco de sal y lo agregamos a la masa anterior. Vamos uniendo con una cuchara o espátula o con nuestra batidora hasta formar una masa, la volcamos en una superficie enharinada y la unimos bien formando una bola.
Precalentamos el horno a 180 grados con ventilador. Dividimos la masa en cuatro trozos y vamos estirando cada uno entre dos papeles de horno. Si hace mucho calor meterla media hora a enfriar así estirada en la nevera, si no proceder con un cortapasas a formar las galletas que iremos colocando encima de una bandeja forrada de papel sulfurizado.
Repetimos esta operación hasta acabar con toda la masa. Horneamos nuestras galletas durante veinte minutos. Una vez hechas, las dejamos cinco minutos encima de la bandeja caliente y las pasamos a acabar de enfriar encima de una rejilla.
Con qué acompañar las galletas de mantequilla sin gluten
Las galletas de mantequilla sin gluten con su bonito color amarillo son una opción deliciosa para el desayuno o la merienda tanto si eres celíaco como si no, puesto que aquí lo que prima es su intenso sabor a esas galletas de pueblo que se cocinaban como antes y en donde la calidad del ingrediente era lo más importante.
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